miércoles, 25 de marzo de 2009

Sobre el sentido de la vida. (Jeje, poco pretencioso el titulo... =P )

El sentido de la vida es un gran tema de discusión. Mucha gente insiste en que tiene que haber un sentido en la vida. Yo leí una vez en un foro (que me gustó mucho) a un tipo que decía que él ya no buscaba más el sentido de la vida, porque no lo tiene. No me acuerdo si ampliaba esta opinión, pero, dado que la tome como propia, voy a darme el lujo de ampliarla por mi mismo.
¿De que hablamos cuando hablamos del “sentido de la vida”? Parece que nos estamos refiriendo a un “destino” al que nuestras vidas van, o DEBERÍAN ir.... irremediablemente. En otras palabras, parece una extensión de la idea del destino.
¿Por qué no concuerdo? Porque ambas ideas son idealistas. Un destino, o un sentido en nuestras vidas, implica que hay algo “escrito” en algún lado, en algún cielo inteligible. Soy materialista. No me cabe que en algún lado haya alguien que escribió la vida de uno... antes de que uno la viva. Al respecto me surgen muchas preguntas... ¿Quién la escribió? ¿Para que? ¿Cuál puede ser el interés de Zeus, Jesús, Budah, la madre naturaleza, o quién mierda sea, en que mi vida esté prediseñada? ¿Qué nos hace merecedores de tal honor? ¿O acaso toda la historia de la Tierra está escrita? ¿No tenemos, acaso, la capacidad para torcer ese destino? Entonces, ¿qué mejor que tirarnos a hacer la plancha a que se cumpla tal destino? Pareciera la excusa filosófica mas adecuada para aquellos que prefieren no arriesgarse... ¿Para qué hacer algo, si ya todo está escrito?
Los sucesos se van dando en nuestras vidas. Sobre ellos ejercemos una influencia, bastante diría yo. La suerte es tan solo un factor que, entre tantos otros factores que influyen nuestro entorno, lo considero menor (por ejemplo, si perdemos todo nuestro dinero en el casino, no podemos echarle la culpa a nuestra suerte porque, en primer lugar, nosotros fuimos los que decidimos entrar al casino). Como dice Sartre, lo único que no elegimos es nacer. El resto queda en nuestras manos.
Nos adaptamos a los contextos tan rápido como podemos. Para ello adquirimos herramientas, materiales tanto como emocionales. Conocemos gente, formamos nuestra personalidad, nuestros gustos, nuestros intereses. Maduramos buscando estabilidad. Y lo único cierto, es que somos seres humanos sumergidos en un mar de humanos, un mar de pensamientos, ideas, acciones, reacciones, hiper comlejo e intrincado. No tenemos escapatoria a nuestra condición, y ésta nos hace totalmente dependientes de los demás seres humanos (“lo mejor de nuestra piel es que no nos deja escapar” recita el Indio Solari en una de sus canciones). También, que nuestro pasaje por la vida es corto... La angustia existencial, eso que sentimos cuando pensamos que tarde o temprano vamos a morir, eso es algo inevitable también. El tiempo que vivimos es cortisimo comparado, por ejemplo, a las medidas de tiempo a las que nos tiene acostumbrados la historia, la antropología, la biología, la astronomía y la mayoría de las ciencias... Ellas nos hablan de sucesos de miles, o millones de años... y nosotros con mucha suerte llegamos al siglo de vida.
Acá voy a aprovechar para abrir un poco el campo. Quisiera explicar brevemente mi confianza en las ciencias, por qué les doy un lugar privilegiado a las afirmaciones científicas por sobre las afirmaciones religiosas, qué les da tal categoría...
El método científico (Método científico: del griego: -meta = hacia, a lo largo -odos = camino; y del latín scientia = conocimiento; camino hacia el conocimiento... fuente Wikipedia) es el método para aprehender la realidad del mejor modo posible. Es la fórmula que utiliza la ciencia para explicar la realidad.
Lo defiendo como la mejor herramienta que tenemos nosotros, los seres humanos, de entender el mundo. De haber un método mas certero, lo defendería, también por encima del método científico. En la siguiente nota que voy a subir, transcribiré una definición y ampliación del método científico, de modo que se entienda mejor de qué estoy hablando.
¿Por qué me fui para ese lado? Uno se ve obligado, de la gigantesca gama de afirmaciones que nos atraviesan, a elegir tan solo algunas para formar nuestro pensamiento. Las seleccionamos según nuestros propios filtros. Con ayuda de éstos, elegimos qué creer y qué no. Éste proceso lo realiza cualquier persona, indiferentemente de su religión, credo, clase social, género; más allá de cualquier diferencia, este es un proceso inherente al hombre. ¿En qué nos basamos para estos filtros? En la propia experiencia. La experiencia luego se traduce en pensamientos racionales. Todo ser humano busca la coherencia interna. Aunque en este punto no estoy del todo seguro: no solo nos basamos en nuestro filtro intelectual o capacidad de racionalizar, también nos dejamos llevar por nuestras necesidades. Pero, he aquí una necesidad que presiona al hombre: la coherencia. Todo debe cerrar. Podemos, por ejemplo, creer en Dios. En tal caso todas las respuestas quedan solucionadas. Todo aquello que no entendamos podemos atribuírselo a Él. También lo usamos para no sentirnos tan solos ante la vida. Aunque según mi punto de vista, y perdónenme si alguien que lee esto es creyente, es la salida fácil. Aunque aquí viene lo más paradójico: es tan “fácil” como humana. Desde sus principios el humano creyó en deidades.
Creo entender la situación. Nos inculcan a Dios desde pequeños. Si se nace en una familia religiosa, ya tenemos en menor o mayor medida, una aceptación de esa creencia, inculcada con mayor o menor fuerza por nuestros padres. Semejante creencia es difícil de rebatir luego de que la creímos desde chiquititos. En muchas familias, el “amor incondicional” de los padres hacia sus hijos, puede tambalearse en caso de que el niño o la niña decidiera tener una opinión distinta de la que tienen ellos.
El catolicismo, así como muchos de los credos religiosos, no se caracteriza exactamente por la tolerancia hacia las ideas ajenas.
Por otro lado, Dios es una concepción entera del mundo, del cosmos, de la vida, la muerte, de TODO. Dios sirve para explicar aquello que no podemos entender. Dios cierra toda nuestra mente en un marco agradable, perfecto, ilimitado e infinito. Nuestra propia muerte queda acolchada en la idea del paraíso. Qué difícil debe resultar abandonar eso.
La gran variedad de creencias que existen hace imposible meterlas a todas en una caja como si fueran lo mismo. Buscar un juicio único que abarque la “creencia en Dios” en su conjunto es soberbio y poco lúcido. No es justo echarle la culpa de la mayoría de los males de la sociedad a la iglesia, como lo hacen bastantes ateos. Dios tiene muchas aristas, muchas sombras, pero también tiene sus luces. Me refiero principalmente a ese halo de esperanza que riega en los corazones de la gente que cree en él, esa especie de mar de fondo que hace sentir a cualquiera acariciado. Por eso, pienso mucho antes de hablar al respecto o sacar conclusiones. Cualquier frase dirigida a las creencias puede herir susceptibilidades, y con razón. Lo veo en mi propio caso: Me incomoda cuando alguien pone en duda mi concepción del universo con argumentos mal armados o quizás no tan mal armados, pero sí escupidos con odio, como si yo fuese el enemigo de alguien por pensar a mi manera.
Adoro el método científico. Y lo adoro quizás tanto como un creyente adora a su Dios. Es que mi creencia parte de la misma necesidad, la de intentar explicar las cosas y no sentirme en un entorno vacío, caótico e inexplicable. Se trata del suelo que piso.
A ver... en resumen, me considero un agnóstico, pero tendiente al ateismo, al escepticismo riguroso. En lo religioso, no creo que como seres humanos podamos alcanzar el conocimiento de lo divino, o del origen del universo. Solo podemos especular al respecto, tomar lo que nos resulte más cómodo. Pero ojo! las posiciones filosóficas no son ingenuas: tienen influencia directa en nuestra moral y actitud diarias, y sobre eso no hay que ser displicentes.
Miro con varias lupas antes de creerme algo que no suena creíble. Y por eso mismo, desconfío cuando alguien me dice que conoce “La Verdad” (religiones dogmáticas por ejemplo). Yo también puedo estar equivocado, porque de hecho ni siquiera apoyado en las ciencias elimino el margen de error. Por eso, no afirmo la existencia de Dios, aunque al mismo tiempo no puedo negarla, porque yo tampoco soy el dueño de “La Verdad”. Muchas verdades de las que acepto, la mayoría, las acepto por prejuicio. No soy físico, ni astrónomo, ni político ni mucho menos filosofo. Y sin embargo me doy el lujo de opinar sobre todos estos temas. La pregunta sería... ¿dónde está el límite? ¿hasta dónde puede uno opinar? La humildad, la flexibilidad y el escepticismo son mis herramientas más confiables.
Admiro al método científico, y es él mismo el que nos advierte que ninguna verdad es absoluta. Nadie maneja tales verdades, y nadie lo hará jamás, siempre habrá un margen de error. Tenemos que ir siempre con la cautela de que todo lo que decimos es falible. Con más o menos apoyo argumentativo, vamos manejando ideas que deben fluir libres, asociadas solo lo mínimo indispensable con nuestras pasiones para poder opinar objetivamente. Aunque también pongo en duda este punto. Las ideas siempre van asociadas a los sentimientos, SIEMPRE. Sentimos cosas hacia las ideas. Nos producen esperanza, miedo, alegría, valor, tristeza, asco... Distribuir adecuadamente las ideas con sus pasiones es muy difícil. Ha de ser un trabajo psicológico diario y sin descanso. Es un ejercicio mental que nos vemos obligados a hacer para que no nos sobrepase el primer charlatán u oportunista que se nos cruce. Hay que tener las ideas claras, porque mucha gente va a querer cagarnos en esta vida...


En fin, está bastante resumido este texto, pero creo que las ideas centrales son claras.
Vale aclarar que me siento muy influenciado por el pensamiento del astrólogo y biólogo Carl Sagan, siento cada una de sus ideas como propias, y ya que estoy, quisiera pasar un chivo. “Cosmos” y “El mundo y sus demonios”, dos librazos que les quiero recomendar, escritos por este autor. Además, la novela “Cosmos” tiene una versión para televisión, 13 capítulos, una hora de duración, imperdibles.


Sería muy bueno seguir por este medio una discusión abierta y respetuosa de ideas...Si alguien no está de acuerdo con lo que dije y quiere dar su opinión... comenten no sean tímidos jajaja. Que algún religioso explique por qué cree que lo que opino es erróneo, por ejemplo, sería más que interesante , por favor comenten =)

También le voy a pedir a Manu, mi socio en este blog, que, de ser posible, suba un texto de su autoría para enriquecer la discusión.


Colo.

3 comentarios:

Dario K dijo...

buena blog colo
copado el sentido de la vida...jeje
nos estamos viendo
suerte

Mauro R dijo...

Hola, soy Mauro jeje.
Es casi imposible dar tu opinión sobre este tema y que después no te critiquen, supongo que alguien va a venir a decir algo, me gustaría leer la opinión de esa X persona y según parece a vos también.
Se puede decir que en casi todo estoy de acuerdo con tu opinión y me gusta que aclares que nadie sabe enserio "La Verdad", no como esa gente que dice: "Dios existe, no creas en la ciencia" o hablando del otro lado los que dicen "Deja de creer en Dios porque blablabla".
A mi la verdad me gustaría tener un dios para sentirme bien pensando en esto, no creo que nadie que no crea en los dioses no haya dormido mal alguna vez por pensar en la vida y la muerte. Yo por ejemplo cuando era mas chico, y lo digo sin vergüenza, llegue a tener pesadillas que hacian que cuando me despertaba tenga lagrimas en los ojos, siempre después de haber dudado de que había después de la muerte.

Se me hizo un poco largo el comentario pero me interesa mucho este tema y vos también te tomaste tu tiempo en escribir todo.

Saludos, Mauro R.

ColoManu dijo...

Esa es la idea generar un intercambio de opiniones, muchas gracias por comentar :)

Manuel